Ser conscientes de nuestras emociones, comprenderlas, escucharlas, tomarlas en cuenta es una de las principales premisas para el desarrollo de la inteligencia emocional, lo que nos permite y prepara para establecer un contacto saludable con las personas y con el entorno que nos rodea. No nos olvidemos que el ser humano es un ser social, que necesita estar en relación con los demás, encontrando el equilibro en la regulación de las emociones.